“¡Déjenme!” y “¡Auxilio!”, fueron los últimos gritos del niño Iván Francisco el pasado 10 de mayo.
En el Fraccionamiento Lagos del Sol, en Mexicali, autoridades lo encontraron muerto en la sala de su casa con cadenas en los pies.
La autopsia realizada por el Servicio Médico Forense (Semefo) reveló que el pequeño tenía 33 lesiones, entre ellas un edema cerebral con hemorragia, un hematoma en el prepucio, una luxación de cadera, entre otros.
El niño presentaba diversos tipos de maltrato, entre heridas, contusiones, moretones; algunos recientes, otros antiguos y se manifestaban en forma de cicatrices.
En la necropsia se supo que el infante solía estar atado porque tenía huellas de sujeción en muñecas, axilas y en la región inguinal.
El niño fue golpeado con altos niveles de violencia, pues además tenía hemorragia en la base del cráneo; 11 costillas fracturadas (siete de lado izquierdo y cuatro de lado derecho); y en el abdomen una laceración del hígado.
Los exámenes arrojaron que de forma reciente había sido abusado sexualmente y también en los genitales presentaba lesiones antiguas.