La tradición judeo-cristiana ha retratado a Jesucristo como un hombre blanco, con ojos claros y cabello rubio o castaño claro. Sin embargo, estudios científicos basados en el lugar de origen de Jesús, el Medio Oriente, sugieren que su apariencia habría sido muy diferente.
Investigaciones relacionadas con la región del Medio Oriente, donde nació Jesús, indican que su aspecto habría sido más bien el de un hombre moreno, con cabello y ojos oscuros, en sintonía con el grupo étnico de esa región.
La historiadora Joan E. Taylor, especialista en la Biblia y la historia del cristianismo temprano, y autora del libro “¿Qué aspecto tenía Jesús?”, sostiene que es probable que Jesús tuviera el aspecto de un judío de Galilea del siglo I, lo que implicaría cabello marrón oscuro a negro, ojos castaños, piel morena, en resumen, un hombre típico de Oriente Medio.
Con base en esta información, la revista Muy Interesante utilizó la Inteligencia Artificial para representar a Jesús en dos versiones diferentes. En la primera, se mantuvo la imagen tradicional, con un aspecto europeo, tez blanca, melena y barba. En la segunda imagen, más cercana a la realidad según los datos disponibles, la IA lo representó con piel más morena, ojos marrones y cabello más corto.
Incluso, en 2001, la BBC realizó un documental sobre el verdadero rostro de Jesucristo, en el cual un equipo de antropólogos forenses creó una imagen 3D basada en datos científicos, obteniendo un resultado sorprendente y muy distinto al tradicional retrato del nazareno.
Estos estudios y representaciones nos recuerdan que la imagen de Jesucristo que prevalece en la cultura popular puede diferir de su apariencia real, y que, de acuerdo con la evidencia histórica y científica, su aspecto probablemente era más acorde con las características étnicas del Medio Oriente.