Familias preparan alimentos para los peregrinos que, cada diciembre, se dirigen a la Basílica de Guadalupe.
Actúan como buenos samaritanos al ayudar a los devotos ofreciéndoles alimentos para su travesía, expresando así su agradecimiento a la Virgen de Guadalupe, como es costumbre cada año.
La familia Díaz también se une a esta noble causa; todos sus miembros se colocan unos metros antes de la entrada principal de la Basílica para proporcionar alimentos y agua a los peregrinos.
Algunos de estos devotos recorren hasta 5 horas desde sus comunidades en el Estado de México para llegar a la Basílica, por lo que hacen pausas en su viaje para descansar y disfrutar de un lonche que la familia Díaz les regala de buena fe.