En 2024, el cubo Rubik conmemora su 50 aniversario. Aunque fue creado en el verano de 1974, su patente se registró meses después. Desde entonces, se ha convertido en uno de los desafíos de destreza más conocidos a nivel mundial, con la estimación de que una de cada siete personas en el mundo ha interactuado con uno.
Erno Rubik, un profesor de arquitectura de Budapest, Hungría, es el inventor del cubo Rubik. A los 30 años, mientras enseñaba en la universidad, diseñó lo que hoy conocemos como cubo de Rubik. Originalmente, su objetivo era crear una herramienta para enseñar geometría, pero al notar su complejidad, decidió patentar su invento, cambiando así su destino.
La complejidad del cubo radica en que cada una de sus seis caras tiene un color distinto. El objetivo es que cada cara sea de un único color, coincidiendo con la pieza central de esa cara, que no se mueve. Para lograr esto, se deben aprender algoritmos, que son secuencias de movimientos específicos para colocar las piezas en su lugar correcto.
Este desafío ha generado cientos de torneos globales donde los competidores intentan resolver el cubo en el menor tiempo posible, consolidándose como uno de los retos más difíciles del mundo. El cubo comenzó a venderse en Hungría en 1977 y rápidamente se expandió internacionalmente. Aunque perdió popularidad en los 80 con el auge de los videojuegos, resurgió en los 90 con la llegada de Internet.
El creador del cubo, Erno Rubik, afirma que el mínimo de movimientos necesarios para resolver el cubo clásico de 3×3 es 20. Sin embargo, se calcula que solo el 1% de las personas puede resolverlo sin asistencia. En 2023, se vendieron 7.4 millones de unidades del cubo clásico y sus variantes, demostrando que sigue siendo un desafío atractivo para personas de todas las edades, décadas después de su creación.