Surgen especulaciones sobre el ataque del pasado 21 de julio al comisario Milton Figueroa Morales ¿Una posible advertencia para alguien más?

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Mafer Arévalo/ Grupo Marmor

La investigación sobre el asesinato del comisario Milton Figueroa Morales, ocurrido el domingo 21 de julio en Coacalco, Estado de México, revela nuevos detalles preocupantes. Según el periodista Antonio Nieto, autoridades del Estado de México han identificado al menos seis vehículos sospechosos que siguieron al vehículo del comisario antes del ataque fatal. Las cámaras de seguridad registraron cómo estos vehículos comenzaron a seguir a Figueroa por varias calles, desde la calle José María Morelos hasta la calle Sánchez Colín, sin que el comisario pareciera percatarse de la amenaza que se cernía sobre él.

Uno de los vehículos identificados, un Aveo blanco, transportaba al sicario que perpetró el asesinato. En un video captado por una cámara de seguridad y difundido por el reportero Osvaldo Muller, se observa claramente cómo el agresor se aproxima por la espalda al comisario, quien estaba fuera de servicio y vistiendo ropa casual. Sin mediar palabra, el sicario dispara varias veces, derribando a Figueroa al suelo de manera inmediata. La escena muestra cómo algunas personas cercanas reaccionan con pánico ante los disparos, mientras otras se alejan lentamente de la escena en la misma dirección en que el sicario huye de regreso al Aveo.

Este violento crimen ha generado especulaciones sobre posibles motivos detrás del ataque. Según informaciones de Nieto, quien ha cubierto extensamente temas de seguridad, el comisario Figueroa Morales no había recibido amenazas directas antes del incidente, lo cual sorprende dado su liderazgo en investigaciones cruciales contra el narcotráfico y la delincuencia organizada en la Ciudad de México. Su papel en desmantelar células delictivas importantes y su próxima colaboración con Omar García Harfuch en la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana podrían haberlo convertido en un blanco significativo, planteando la posibilidad de que su asesinato fuera un mensaje intimidatorio dirigido al equipo liderado por Harfuch.

Este lamentable suceso subraya la complejidad y el peligro inherente a las labores de seguridad en México, destacando la vulnerabilidad incluso de figuras prominentes en la lucha contra el crimen organizado.