¿Sabías que antes los sismos se “medían” con oraciones? una costumbre religiosa que persiste hasta nuestros días.
En la época de la Colonia en México, los temblores eran considerados una señal de castigo divino, lo que llevó a la población a recurrir a la oración como una forma de pedir clemencia ante los movimientos telúricos. La influencia religiosa de la época era tan fuerte que los sismos se medían por la cantidad de padres nuestros y avemarías rezados durante el fenómeno.
Cuando un sismo sacudía la tierra, las campanas de las iglesias se convertían en la alarma que alertaba a los habitantes, quienes inmediatamente comenzaban a rezar. Al finalizar el temblor, la gente determinaba su duración según cuántas oraciones se habían pronunciado. Este comportamiento reflejaba la gran influencia de la Iglesia en la vida social, especialmente en zonas rurales, donde aún persiste la costumbre de arrodillarse y rezar durante un sismo, aunque hoy se vea más como una tradición sin efectos tangibles.
Durante siglos, los fieles también buscaron la intercesión de santos como san Emigdio de Áscoli y san Gregorio Taumaturgo, a quienes se les atribuyen milagros relacionados con terremotos y catástrofes naturales, manteniendo una conexión profunda entre lo espiritual y lo terrenal frente a los desastres naturales.