Uno de los sobrevivientes de La Escuelita del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), en el Rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco, narró para Milenio su experiencia en el lugar.
Maltrato, muertes y “muchas cosas feas”, así lo describió el hombre a quién obligaban a deshacerse de los cuerpos de los aprendices caídos.
“El lema ahí es: ‘Si no hay cuerpo, no hay delito’. Ese era su lema”, declaró.
En dicho lugar se cometieron horrores contra decenas de jóvenes; el testigo aseguró que antes de ser enterrados los cuerpos pasaban por “la carnicería”, un cuarto donde eran descuartizados para facilitar su incineración y que no quedara ningún rastro.
“Es un cuarto pequeño. Está una cama de cemento. Ahí los subían y los componían, o sea los cortaban en piezas”, describió.
De acuerdo con el hombre, las personas son reclutadas con ofertas de trabajo en redes sociales; a él, una vacante para guardia de seguridad con un sueldo de 13 mil pesos mensuales, anunciada en Facebook, fue el gancho que lo condenó a vivir el horror de dicho lugar.
El punto de encuentro era Tlaquepaque y ahí, se encontró con otros 6 interesados; a todos los trasladaron juntos en un taxi hasta una casa cerca del rancho, donde finalmente se dieron cuenta de la mentira, pues había gente fuertemente armada.
Durante dos meses y medio que duró su entrenamiento recibió un pago semanal de tres mil pesos a cambio de convertirse en “gente preparada para matar y descuartizar”.