Ulises Diaz || Grupo Marmor
En el Centro de Guadalajara, Jalisco, se registró un indignante incidente entre un vendedor ambulante de tamales y elementos del Ayuntamiento local. El comerciante, quien no contaba con permiso para vender en la vía pública, fue confrontado por inspectores municipales que intentaban asegurar su olla de tamales. Ante el forcejeo y al verse superado en fuerza, el hombre optó por arrojar la mercancía al suelo antes de que le fuera confiscada.
El hecho, captado en video y difundido en redes sociales, ha generado una ola de indignación entre la ciudadanía, quienes cuestionan la violencia institucional y la falta de sensibilidad por parte de las autoridades. Si bien la regulación del comercio ambulante es necesaria, la manera en que se ejecutan estos operativos deja mucho que desear. El trato a los trabajadores informales, muchos de los cuales dependen de sus ventas diarias para sobrevivir, no debe ser represivo ni humillante.
Es urgente que el Ayuntamiento revise sus protocolos de actuación, priorizando el respeto a la dignidad humana. La criminalización de la pobreza no puede seguir siendo la respuesta a la informalidad. Las autoridades deben ofrecer soluciones, no castigos desproporcionados.