Ulises Diaz || Grupo Marmor
El silencio de la mañana fue interrumpido por una escena que paralizó a quienes la presenciaron. Un joven se encontraba en la azotea de un edificio de gran altura, al borde del abismo. Nadie sabía exactamente qué pensamientos lo habían llevado hasta allí, pero sus acciones reflejaban una tormenta interna.
Por un instante, pareció decidido a saltar. Pero entonces, algo cambió. Tal vez fue un recuerdo, una emoción, una voz interna. Dio un paso hacia atrás. La decisión de seguir viviendo parecía haber llegado… pero el destino fue cruel.
Al intentar regresar, resbaló. Sus manos buscaron aferrarse a algo, a la vida misma, pero la gravedad no perdona vacilaciones. Cayó. Testigos corrieron, gritaron, lloraron.
Ese joven, que en el último segundo quiso quedarse, nos recuerda cuán frágiles somos. Y también, lo vital que es hablar, escuchar, tender la mano.