Ulises Diaz || Grupo Marmor
Las recientes imágenes de inundaciones en los metros de Tokio, Japón, y la Ciudad de México (CDMX) han generado comparaciones inevitables. Aunque en ambos casos el agua irrumpió en las instalaciones subterráneas, la diferencia en el color y la causa de estas inundaciones revela dos realidades muy distintas.
En Tokio, el agua que se filtra al metro suele ser cristalina. Esto se debe a que la ciudad cuenta con un sistema de drenaje avanzado, como el famoso G-Cans Project, diseñado para canalizar lluvias intensas y evitar daños mayores. Además, en Japón existe una fuerte cultura de limpieza y respeto por lo público, lo que significa que los desechos sólidos rara vez terminan bloqueando los sistemas de alcantarillado.
En contraste, cuando se inunda el metro de CDMX, el agua suele estar turbia y sucia, consecuencia directa de drenajes obstruidos por basura. A esto se suma una infraestructura antigua y poco mantenimiento preventivo. Aunque la capital mexicana ha realizado mejoras, aún enfrenta desafíos en urbanismo, cultura cívica y capacidad de respuesta ante lluvias intensas.
Más allá de las diferencias tecnológicas, esta comparación nos invita a cuestionar nuestro propio comportamiento. La limpieza y el respeto por los espacios públicos no dependen solo del gobierno, sino también de la cultura ciudadana.
Imitar la cultura japonesa no significa copiarlos en todo, pero sí adoptar lo mejor de su mentalidad: el sentido colectivo de responsabilidad, el cuidado por el entorno y la conciencia de que lo público también es nuestro. Cambiar empieza con pequeñas acciones, como no tirar basura, exigir mejores servicios y participar activamente en el cuidado de nuestras ciudades.