Ulises Diaz || Grupo Marmor
Israel lanzó un ataque aéreo contra el reactor de agua pesada de Arak, una instalación emblemática del antiguo programa nuclear iraní. Imágenes satelitales verificadas por medios internacionales como BBC, Al Jazeera y Reuters muestran daños visibles en la estructura, aunque las autoridades iraníes niegan consecuencias radiológicas o un impacto grave.
El reactor de Arak, aunque nunca entró en funcionamiento ni contenía uranio, ha sido objeto de especial atención por parte de la comunidad internacional debido a su capacidad teórica para producir plutonio, un material susceptible de ser utilizado en armas nucleares. Esta preocupación fue precisamente la justificación esgrimida por Israel para ejecutar el bombardeo, en una ofensiva más amplia contra varios sitios nucleares iraníes, incluyendo Natanz e Isfahan.
Aunque la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) ha confirmado que no hay riesgo inmediato para la población, también ha reiterado su postura de que las instalaciones nucleares, activas o no, no deben ser objetivos militares. La acción israelí despierta serias inquietudes sobre una posible escalada regional, en un momento de alta inestabilidad en Medio Oriente.
El reactor de Arak fue uno de los elementos clave en el acuerdo nuclear firmado por Irán en 2015 con las potencias mundiales, pacto que se deterioró tras la salida de EE.UU. en 2018. Desde entonces, la falta de acceso pleno de los inspectores de la AIEA ha generado incertidumbre sobre el estado real del programa nuclear iraní.
El ataque, que Israel califica como preventivo, marca una nueva etapa en la confrontación con Irán, y plantea interrogantes profundos sobre los límites de la disuasión militar y los riesgos de proliferación nuclear en un escenario cada vez más volátil.