París vivió una noche de caos eléctrico este jueves, cuando una tormenta de inusitada violencia azotó la capital francesa con vientos de hasta 130 km/h, lluvias torrenciales, granizo y más de 39.000 rayos registrados en todo el país. El fenómeno dejó al menos dos personas muertas, 17 heridas y una ciudad desconcertada entre la emergencia y la incredulidad.
La tormenta llegó alrededor de las 21:00 horas como si fuera una escena de película apocalíptica. En cuestión de minutos, la nubosidad envolvió la Torre Eiffel, que pareció “desaparecer” del mapa ante los ojos de transeúntes que no sabían si sacar el paraguas o rezar. Algunos rincones de la ciudad quedaron sin luz, una campana de iglesia colapsó y los árboles cayeron como fichas de dominó ante la furia del viento.
Francia, conocida por su amor a la elegancia, ha tenido que enfrentarse esta vez al lado menos glamoroso de la naturaleza. Y aunque la resiliencia parisina no se rinde fácilmente, el evento ha dejado claro que ni siquiera la Ciudad de la Luz es inmune al poder del clima extremo.
Porque sí, la Torre Eiffel sigue en pie… por ahora.