Mucho antes de que existieran los enchufes con temporizador, alguien ya había inventado una forma inteligente y mecánica de apagar una vela a tiempo. Se trata de los apagavelas automáticos, unos pequeños dispositivos metálicos en forma de anillo o pinza—que se colocan alrededor del cuerpo de la vela y descienden poco a poco mientras esta se consume. Al llegar a cierta altura, un brazo móvil se activa y apaga la llama presionando o sofocando la mecha, justo antes de que se agote por completo o el fuego represente un peligro.
Estos ingeniosos artefactos fueron muy populares en los siglos XVIII y XIX, especialmente entre lectores nocturnos, escritores y hogares preocupados por la seguridad. Además de evitar incendios, ayudaban a ahorrar cera y a prolongar la vida útil de las velas, que no eran precisamente baratas en su tiempo.
Aunque ahora son más raros de ver, siguen siendo una mezcla fascinante de funcionalidad y diseño, una especie de “tecnología analógica” con mucho estilo y sentido común.