Venecia vivió un fin de semana de opulencia extrema y descontento ciudadano con la fastuosa boda de Jeff Bezos y Lauren Sánchez, valorada en 55 millones de dólares. El evento, que duró tres días, cerró cinco hoteles de lujo, desplegó 90 jets privados y 30 taxis acuáticos, y reunió a una élite de 250 invitados entre celebridades y magnates. Mientras tanto, los residentes locales fueron literalmente apartados de su ciudad: ferris restringidos, calles bloqueadas y espacios públicos inaccesibles.
Aunque Bezos donó €3 millones a organizaciones locales, muchos lo ven como un gesto simbólico más que una compensación real. “Es como pagar una multa por exceso de riqueza”, comentó un residente.
Lauren Sánchez lució un vestido de alta costura Schiaparelli, símbolo de un glamour que para muchos se siente ajeno y desmedido. En redes, la boda ha sido comparada con una escena distópica donde los ricos convierten ciudades históricas en escenarios privados, dejando fuera a quienes realmente las habitan.