Desplazamientos humanos: El rostro más cruel de la inseguridad en Michoacán

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Por Isidro Galicia / Grupo Marmor


No se trata de tierras ajenas ni de territorios conquistados. Son comunidades fracturadas por la violencia, regiones balcanizadas donde el crimen ha impuesto su ley. En Apatzingán y otros municipios de Michoacán, la inseguridad ha alcanzado niveles alarmantes, convirtiendo a estos lugares en verdaderos epicentros del conflicto armado en México.
La población civil vive atrapada entre el fuego cruzado de los grupos delictivos, que han hecho de estos territorios su campo de batalla. A pesar de los esfuerzos de coordinación interinstitucional, cientos de familias continúan abandonando sus hogares, obligadas a huir para salvar la vida.


Según datos del Observatorio de Seguridad Humana de la región de Apatzingán, durante 2024 al menos mil 555 personas se vieron forzadas a desplazarse. Los municipios más afectados son Apatzingán, Buenavista, Aquila, Los Reyes y Coahuayana.
Los motivos son devastadores: enfrentamientos armados, ataques con drones cargados de explosivos, y la presencia de minas improvisadas que representan una amenaza constante para los habitantes. Esta situación ha provocado un éxodo silencioso y doloroso. Las personas dejan atrás sus casas, pertenencias, mascotas, y todo lo que conocen, en busca de un refugio que les garantice al menos la vida.
La regidora y activista social Carmen Zepeda, en declaraciones recientes, confirmó que la ola de desplazamientos continúa en Apatzingán. Las familias abandonan sus comunidades por temor a ser secuestradas o asesinadas por los grupos criminales que operan impunemente en la región.
Frente a esta tragedia, la respuesta institucional ha sido limitada. A los desplazados apenas se les ha ofrecido comida y albergue temporal. Mientras tanto, sus propiedades —en su mayoría rurales— quedan desprotegidas, expuestas al saqueo y al abandono.
Sus vidas quedan en un limbo enmarcado por la violencia, la inseguridad, y la debilitada respuesta de las autoridades federales, que, a pesar de que el fenómeno es latente y permanente, la respuesta es sepulcral ante la tragedia que azota la otrora próspera e histórica tierra caliente.