En Jalisco, el desfile del 16 de septiembre fue cancelado debido a manifestaciones por la clausura de dos negocios locales la noche anterior. La decisión de las autoridades buscaba evitar riesgos, pero dejó a cientos de personas sin el evento cívico que esperaban.
Lo inesperado ocurrió cuando un niño, vestido con su uniforme y bandera en mano, decidió desfilar solo por las calles. Su paso firme y decidido captó la atención de todos. En cuestión de minutos, los aplausos estallaron. El silencio fue reemplazado por vítores y emociones que nadie esperaba vivir ese día.
El gesto, simple pero poderoso, se convirtió en un símbolo de amor a la patria, compromiso ciudadano y valentía. No hubo banda, ni batallones, pero hubo corazón. Y fue suficiente.
La imagen del niño se viralizó en redes y fue reconocida por autoridades y medios. Su acto espontáneo recordó que no se necesita un desfile completo para honrar a México: a veces, basta una sola persona con el valor de actuar.
En un día marcado por la protesta, él nos regaló un momento de unión. Y eso, también es historia.