Trump admite que los aranceles del 100% a China “no son sostenibles”, pero mantiene postura firme

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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reconoció que los aranceles del 100% propuestos sobre las importaciones chinas no son sostenibles a largo plazo, aunque insistió en mantener la medida como respuesta a las recientes restricciones de China sobre la exportación de tierras raras, un recurso estratégico para la industria tecnológica global.

En una entrevista reciente, Trump declaró que se vio “obligado” a implementar la medida, pese a sus limitaciones, y señaló que los nuevos aranceles, vigentes a partir del 1 de noviembre, se complementarán con controles sobre la exportación de programas informáticos críticos.

La decisión de Washington llega tras el anuncio de China sobre un endurecimiento de los controles a las tierras raras, un mercado del que depende gran parte de la fabricación de dispositivos electrónicos, automóviles eléctricos y armamento avanzado. Según la Agencia Internacional de la Energía, China controla aproximadamente el 60% de la extracción mundial y más del 90% de su refinado, mientras que Estados Unidos importa cerca del 70% de estos elementos desde Pekín.

Pese a la tensión bilateral, Trump confirmó que se reunirá con el presidente chino, Xi Jinping, en dos semanas en Corea del Sur. “Creo que podemos lograr un buen acuerdo con China, pero tiene que ser justo”, afirmó, al tiempo que expresó su respeto por el líder asiático.

Sin embargo, el mandatario endureció su discurso al calificar la situación actual como una guerra comercial, contradiciendo la propuesta de su secretario del Tesoro, Scott Bessent, de prolongar la pausa arancelaria para facilitar las negociaciones. “Si no tuviéramos aranceles, quedaríamos expuestos como si no fuéramos nada”, afirmó Trump.

Por su parte, el representante comercial estadounidense, Jamieson Greer, indicó que las conversaciones con Pekín avanzan, aunque subrayó que la resolución del conflicto dependerá de los próximos pasos de China. Washington exige la eliminación de los controles de exportación que podrían otorgar a Pekín un poder de veto sobre las cadenas globales de suministro tecnológico.

Mientras tanto, la comunidad internacional observa con atención el desarrollo de esta disputa, que posiciona a las tierras raras como el nuevo campo de batalla del comercio internacional, reflejando la creciente rivalidad económica entre las dos mayores potencias mundiales.