El virus Coxsackie es un enterovirus que suele afectar principalmente a niños, aunque también puede presentarse en adultos. Se transmite con facilidad a través del contacto con saliva, mucosidad o superficies contaminadas, así como por la vía fecal-oral, lo que lo hace muy común en guarderías y escuelas.
Los síntomas más frecuentes incluyen fiebre, dolor de garganta, malestar general, ampollas o llagas en la boca (conocido como herpangina) y erupciones en manos, pies y, en algunos casos, glúteos, manifestando el llamado síndrome mano-pie-boca.
Aunque la infección generalmente es leve y autolimitada, en casos poco comunes puede derivar en complicaciones más graves, como inflamación del corazón (miocarditis), meningitis o afectación cerebral.
La prevención es clave: se recomienda el lavado frecuente de manos, evitar compartir utensilios o alimentos, y mantener limpias las superficies que los niños utilizan a diario.
💡 Importante: ante la presencia de fiebre alta, dificultad para tragar o ampollas extensas, se debe acudir al médico para una evaluación adecuada.



















