El Día de Muertos es una de las festividades más representativas de México, donde la memoria de los difuntos se honra mediante altares, ofrendas y rituales llenos de simbolismo. Entre los elementos más destacados de estas tradiciones se encuentran las flores, cuya presencia no solo aporta color y aroma, sino también significados profundos que conectan a los vivos con quienes han partido. Entre las más emblemáticas destacan el cempasúchil, la flor de terciopelo y la flor de nube.
Cempasúchil: la guía de los espíritus
La flor de cempasúchil, conocida en náhuatl como cempohualxochitl o “veinte flores”, es un ícono del Día de Muertos. Su color amarillo intenso y su aroma penetrante cumplen una función simbólica: guiar a los espíritus de los difuntos hacia los altares y ofrendas que sus familiares han preparado. Desde la época prehispánica, el cempasúchil se asociaba con el sol y la vida eterna, convirtiéndose en un elemento fundamental para las ceremonias dedicadas a honrar a los muertos. Su cultivo es especialmente importante en regiones como Puebla y la Ciudad de México, donde se producen millones de flores cada temporada para responder a la alta demanda de esta celebración.
Flor de terciopelo: símbolo de eternidad
La flor de terciopelo, también conocida como celosía, se caracteriza por su textura suave y aterciopelada y por su intensa coloración rojiza, aunque también existen variedades naranjas y amarillas. Aunque su origen se encuentra fuera de México, esta flor ha sido incorporada a las tradiciones del Día de Muertos por su significado espiritual. Se asocia con la eternidad y la inmortalidad del alma, y su inclusión en los altares busca fortalecer el vínculo entre los vivos y los fallecidos, recordando que la memoria y el amor trascienden la vida física.
Flor de nube: pureza y serenidad
La flor de nube, de delicados pétalos blancos, simboliza la pureza del alma y la paz. Su fragancia suave y apariencia etérea la convierten en una opción frecuente para los altares, especialmente aquellos dedicados a los niños fallecidos. La flor de nube aporta un ambiente de calma y serenidad a las ofrendas, complementando el colorido del cempasúchil y la intensidad de la flor de terciopelo, y recordando la importancia de honrar a los difuntos con respeto y ternura.
Las flores del Día de Muertos cumplen un papel mucho más allá de la decoración: cada especie tiene un significado específico que enriquece la celebración y refuerza la conexión entre generaciones. El cempasúchil guía a los espíritus, la flor de terciopelo simboliza la eternidad, y la flor de nube aporta pureza y serenidad. Juntas, forman parte de una tradición que mantiene vivo el recuerdo de los seres queridos y refleja la riqueza cultural de México.

















