Entre disfraces y ofrendas, México celebra la vida y la muerte con su propio estilo.
En México, el Día de Muertos es una de las tradiciones más importantes y coloridas. Cada 1 y 2 de noviembre, las familias colocan altares adornados con flores de cempasúchil, veladoras, pan de muerto y las fotografías de sus seres queridos, para recordar con cariño a quienes ya partieron. Más que una fecha triste, es una celebración llena de vida, amor y memoria.
Sin embargo, en los últimos años, el Halloween también ha ganado presencia en el país. Cada 31 de octubre, niños y jóvenes se disfrazan de personajes terroríficos o divertidos para pedir dulces y asistir a fiestas. Aunque esta celebración proviene de otras culturas, muchos mexicanos la han adoptado como una forma de diversión.

Hoy ambas tradiciones conviven. Mientras unos colocan ofrendas, otros se disfrazan, y algunos combinan ambas costumbres. Así, México demuestra que puede abrirse a nuevas formas de festejar sin perder su esencia.
El Día de Muertos sigue siendo un símbolo de identidad nacional y una manera única de celebrar la vida a través del recuerdo.



















