La práctica regular de ejercicio sigue siendo una de las principales recomendaciones para reducir el riesgo de diabetes tipo 2. Sin embargo, diversos estudios recientes señalan que tanto el entrenamiento de fuerza como el ejercicio aeróbico aportan beneficios distintos y complementarios en la prevención de esta enfermedad.
Investigadores de la Harvard T.H. Chan School of Public Health indican que los ejercicios aeróbicos —como correr, trotar o caminar rápido— mejoran la sensibilidad a la insulina y ayudan a controlar el peso corporal, dos factores clave para mantener estables los niveles de glucosa. Por su parte, el entrenamiento con pesas favorece el aumento de masa muscular, lo que incrementa la capacidad del cuerpo para utilizar la glucosa de manera más eficiente.
La American Diabetes Association (ADA) recomienda combinar ambos tipos de actividad física. De acuerdo con sus lineamientos, las personas adultas deberían realizar al menos 150 minutos semanales de ejercicio aeróbico de intensidad moderada, junto con dos o tres sesiones de fortalecimiento muscular.
“La evidencia muestra que la combinación de fuerza y cardio ofrece los mayores beneficios metabólicos,” explicó en un comunicado la endocrinóloga Jennifer Green, de la Universidad de Duke, quien subraya que incluso pequeñas cantidades de ejercicio constante generan efectos positivos.
Especialistas coinciden en que no existe un único ejercicio ideal para todos, pero sí un principio claro: mantenerse activo de forma regular puede reducir significativamente el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, especialmente en personas con factores de riesgo como sobrepeso, sedentarismo o antecedentes familiares.


















