Este 15 de noviembre, la Generación Z convoca a una movilización nacional en 52 ciudades de México, marcando una de las protestas más amplias de los últimos años. Su llamado es claro: exigen un cambio profundo en el sistema político, una participación ciudadana real, y justicia por el asesinato del exalcalde de Uruapan, Carlos Manzo Rodríguez, cuyo asesinato ha sido usado como símbolo de un sistema que consideran fallido.
El movimiento juvenil ha preparado un pliego petitorio con al menos 12 puntos, entre los que destacan:
- Mecanismo ciudadano para revocar mandatos de autoridades.
- Elección directa por la ciudadanía de un sustituto en caso de revocación.
- Que no haya injerencia partidista en estos procesos.
- Creación de un organismo ciudadano de transparencia total y otro independiente de auditoría.
- Reforma profunda del sistema de justicia.
- Mejorar la representación popular en el Congreso.
- Desmilitarizar la seguridad interna.
- Fortalecer la seguridad local.
- Dar espacio a voces con “autoridad moral”.
- Realizar una consulta pública para enriquecer su pliego y ampliarlo si es necesario.
Además de estas demandas estructurales, los manifestantes exigen combatir la corrupción, garantizar mecanismos de rendición de cuentas y terminar con lo que denominan “inseguridad sistémica”, un problema que, según ellos, afecta especialmente a las nuevas generaciones.
La dimensión simbólica de Carlos Manzo
El asesinato de Carlos Manzo Rodríguez, ocurrido el 1 de noviembre de 2025, ha sido un detonante emocional clave para las movilizaciones. Manzo, exalcalde de Uruapan, es recordado por su postura crítica frente al crimen organizado y su insistencia en denunciar la impunidad. Su muerte ha sido adoptada por los jóvenes como un símbolo de resistencia política.
Para muchos participantes, la marcha no solo es una demanda política: es un homenaje a Manzo y una exigencia de justicia ante la violencia que, según los jóvenes, no solo es criminal, sino también política.
Reacción oficial y medidas de seguridad
Ante el alcance de la convocatoria, las autoridades han respondido con medidas preventivas. En Ciudad de México, por ejemplo, se han instalado vallas metálicas alrededor de Palacio Nacional, lo que refleja la preocupación de las autoridades por posibles actos violentos. Por su parte, la administración ha cuestionado la legitimidad del movimiento: algunos funcionarios apuntan a una posible campaña de desinformación con financiamiento millonario.
Quienes defienden la marcha, en cambio, aseguran que su carácter es ciudadano y pacífico: no se trata de un acto partidista, sino de una protesta juvenil genuina que busca un México más justo. Según ellos, no hay detrás un solo partido, sino una masa de jóvenes que quiere hacer oír su voz.
Ciudades y puntos de reunión
Algunas de las ciudades que se suman a esta jornada son:
- CDMX: Ángel de la Independencia hacia el Zócalo.
- Acapulco: Asta bandera.
- Aguascalientes: Plaza Patria.
- Hermosillo: Plaza Emiliana de Zubeldía al Palacio de Gobierno.
- Toluca: Monumento de los Niños Héroes.
- León: Plaza principal.
- Veracruz: Parque Juárez o Los Portales.
- Más en estados como Campeche, Chiapas, Chihuahua, Morelos, Quintana Roo, Sonora y otros.
Estos puntos muestran la amplitud del movimiento: no es algo aislado, sino una movilización con presencia en múltiples rincones del país.
Análisis: lo que está en juego
- Un movimiento con ambición estructural.
La Generación Z no pide únicamente respuestas simbólicas. Sus demandas tocan la esencia del poder: quieren mecanismos ciudadanos para fiscalizar autoridades, participación directa y una reforma institucional profunda.
- La memoria como motor de cambio.
El uso del nombre de Carlos Manzo no es casual. Al hacerlo emblema, los jóvenes construyen una narrativa poderosa: su lucha personal se convierte en una bandera colectiva contra la violencia y la impunidad.
- Desconfianza en las instituciones.
La insistencia en organismos independientes y participación ciudadana refleja una falta de fe en las instituciones actuales. Este movimiento plantea un replanteamiento: ¿cómo recuperar la confianza de la ciudadanía en sus propios gobernantes?
- Poder digital y cultural.
La convocatoria se ha viralizado a través de redes sociales. Jóvenes usan memes, cultura pop, influencers y hasta referencias del anime para organizarse. Esta dimensión digital potencia el alcance y la identidad del movimiento.
- Reto para el Estado.
El Gobierno debe decidir cómo responder: si abrirse al diálogo o reprimir. Las vallas en Palacio y el discurso oficial muestran que teme el impacto; por su parte, los jóvenes están decididos a marchar.
La marcha de la Generación Z este 15 de noviembre no es sólo un grito juvenil de protesta: es una convocatoria con ambición política real. Al mezclar demandas estructurales, memoria por Carlos Manzo y un activismo digital poderoso, este movimiento podría redefinir la forma en que la juventud participa en la vida pública mexicana. Si logra consolidarse, su impacto podría trascender más allá de un solo día; si no, podría disiparse como otra protesta más. En cualquier caso, México está despertando, y lo hace con la voz de sus jóvenes.
HFVD



















