Miss Universo 2025, que a simple vista prometía ser una celebración de belleza y elegancia, se ha convertido en una de las ediciones más polémicas de la historia. Detrás de los vestidos de ensueño y las coronas, los conflictos y problemas de salud han puesto en el ojo público a la competencia.
Uno de los mayores focos de controversia surgió con Fátima Bosch, representante de México, quien fue humillada públicamente por Nawat Itsaragrisil, organizador del certamen en Tailandia. Durante un evento previo a la gran final, Nawat la llamó “tonta” y la intimidó con la seguridad del lugar, lo que llevó a varias concursantes a abandonar la sala en señal de protesta. La actual reina de belleza respaldó a Bosch y elogió su valentía: “Felicidades por no quedarte callada”.
El historial del organizador volvió a la luz tras el incidente. Rachel Gupta, ganadora de Miss Grand International 2024, acusó previamente a Itsaragrisil de malos tratos, críticas hacia su físico y dietas extremas que generaron un ambiente tóxico.
A esto se sumó la polémica por un video viral de Inna Moll, representante de Chile, que simulaba inhalar polvo de maquillaje mientras la preparaban. La modelo explicó que solo era un “trend” de TikTok y ofreció disculpas públicas por la confusión.
Además, la salud de las participantes estuvo en riesgo. Al menos siete concursantes sufrieron intoxicaciones alimentarias y requirieron atención médica, incluida Kincső Dezsényi, candidata de Hungría, hospitalizada de emergencia. Por su parte, Helena O’Connor, Miss Islandia y una de las favoritas, se retiró del concurso debido a problemas de salud y personales. La modelo agradeció la experiencia y explicó su recuperación en redes sociales: “A veces la vida da giros inesperados, y eso está bien. Los últimos días no he estado bien y tuve que ser llevada al hospital en ambulancia”.
Miss Universo 2025 deja claro que el brillo y glamour de la pasarela conviven con controversias, cuestionamientos sobre seguridad, transparencia y bienestar de las concursantes.