Petróleos Mexicanos (Pemex) ha puesto en evidencia graves riesgos operativos en su último reporte ante la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC). Entre las amenazas más críticas destaca un fuerte aumento en el robo de combustibles: para 2024, la empresa estimó que el huachicol llegó a 17 mil barriles diarios, lo que representa un crecimiento de 10.4% respecto al año anterior. Estas pérdidas no son menores: según Pemex, los daños por la sustracción ilegal de hidrocarburos sumaron más de 20 mil millones de pesos en 2024.
Además, la compañía reconoce que algunas de estas actividades ilícitas podrían involucrar a empleados, o al menos existir una percepción de participación interna. Pero el problema de Pemex no se limita solo al robo físico de combustible. En su reporte también advierte sobre riesgos digitales: ataques cibernéticos cada vez más sofisticados que podrían comprometer información clave o sistemas críticos.
A este panorama se suma la presión por parte del crimen organizado, que no solo se limita a la ordeña de ductos, sino que también aprovecha la debilidad institucional para operar con impunidad.
La combinación de estos factores huachicol, infiltración interna y amenazas digitales coloca a Pemex en una posición vulnerable, justo en un momento en el que se espera que modernice sus procesos y refuerce su infraestructura para hacer frente a la competencia y al cambio energético.