Este año, el SAT reportó una recaudación histórica: entre enero y octubre de 2025, los ingresos tributarios alcanzaron más de 4.4 billones de pesos, lo que representa un incremento real de alrededor de 6 % respecto al mismo periodo del año anterior.
Este aumento responde a una mayor recaudación por conceptos como el Impuesto Sobre la Renta (ISR), Impuesto al Valor Agregado (IVA) y otros gravámenes, lo que implica una presión fiscal considerable para trabajadores, empresarios y también artistas con ingresos elevados.
En medio de este contexto, Natanael Cano se convirtió en uno de los rostros públicos que evidenció el impacto de esa carga impositiva. A finales de noviembre de 2025, el cantante compartió en sus redes sociales su molestia: afirmó que tuvo que pagar “melones” al SAT y denunció que su empresa enfrenta varias auditorías al mes, lo que ha encendido el debate sobre la fiscalización de figuras del espectáculo.
Aunque sus declaraciones generaron polémica, lo cierto es que la mayor recaudación refleja un esfuerzo oficial por cumplir y superar las metas de ingreso público en 2025.
Pero para quienes tienen ingresos superiores a la media como artistas, empresarios o profesionales independientes—, la carga fiscal puede sentirse como una “cacería” de ingresos, sobre todo si hay vigilancia estricta.
El caso de Natanael Cano pone en evidencia la tensión entre la necesidad de recaudar para el Estado y la presión que esto representa para contribuyentes con alta visibilidad: su denuncia pública abre la discusión sobre la transparencia del sistema fiscal.


















