ecibir un diagnóstico de hígado graso suele implicar cambios importantes en la alimentación. Muchas personas se preguntan qué alimentos son seguros y cuáles conviene limitar o evitar. Entre los alimentos más cuestionados está el huevo, un alimento versátil y nutritivo que forma parte del día a día.
De acuerdo con la Liver Foundation, quienes padecen hígado graso deberían limitar su consumo de huevo a no más de 4 piezas por semana. Esto no significa eliminarlo por completo, ya que aporta proteínas de alta calidad, grasas saludables, vitaminas, minerales y colina, un nutriente clave para metabolizar grasas y reducir el colesterol “malo” (LDL).
El modo de preparación también importa: se recomienda cocinarlo de forma saludable y combinarlo con vegetales u otros alimentos bajos en grasas saturadas, ya que esto puede ayudar a reducir la absorción de colesterol.
Expertos del Heritage Hospitals en India y del sistema de hospitales Vinmec en Vietnam coinciden en que el huevo puede mantenerse en la dieta, siempre que se limite su cantidad y se consuma de manera equilibrada.
Más allá del huevo, una alimentación equilibrada es clave para cuidar el hígado. Dietas como la mediterránea, ricas en verduras, legumbres, frutos secos, aceite de oliva y pescado, son recomendadas. Se aconseja evitar carnes rojas, cerdo y embutidos por su alto contenido de grasas saturadas, optando por proteínas magras como tofu o pescado.
Un estudio del Instituto de Investigación de Enfermedades Digestivas de la Universidad de Ciencias Médicas de Teherán mostró que consumir hasta 4 huevos por semana no incrementa el riesgo de enfermedad hepática grasa no alcohólica, especialmente si se combina con vegetales y se sigue una dieta equilibrada.
En resumen, el huevo sí puede formar parte de la dieta de personas con hígado graso, siempre que se consuma con moderación, se prepare saludablemente y se siga la supervisión de un especialista.


















