La dirigente norcoreana aseguró que Corea del Sur ya no es vista como una nación hermana, sino como un “enemigo permanente”, dejando en claro que su país no tiene intención alguna de retomar el diálogo. Según sus declaraciones difundidas por la agencia oficial norcoreana, ninguna propuesta desde Seúl cambiará ese enfoque: “no hay razón alguna para sentarse ni cuestiones a discutir con la ROK”, dijo en referencia a Corea del Sur por su nombre oficial.
La postura de Corea del Norte se reafirma justo cuando la nueva administración surcoreana, encabezada por Lee Jae-myung, buscaba retomar canales diplomáticos. Entre sus gestos figuraba la suspensión de emisiones propagandísticas y llamados a reducir tensiones militares, con la esperanza de reanudar conversaciones entre ambos gobiernos.
Sin embargo, Kim Yo-jong calificó esas acciones como un “engaño”, una “farsa” que no cambia en nada la percepción hostil de Pyongyang. Afirmó que dichos gestos ni siquiera merecían reconocimiento, y reiteró que Corea del Norte mantiene su convicción de tratar al Sur como una entidad separada e irreconciliable.
Este rechazo público y rotundo subraya una nueva etapa en las relaciones intercoreanas: la diplomacia ha sido abandonada —al menos por ahora— en favor de una narrativa de enemistad permanente. Analistas interpretan que Pyongyang busca consolidar su identidad como estado separado y nuclearmente armado, lo que complica seriamente cualquier posibilidad de deshielo diplomático en el corto plazo.



















