El ponche es un clásico de la Navidad mexicana que combina sabor, historia y tradición en cada sorbo. Esta bebida caliente, perfecta para las tardes frías, ha cambiado con el tiempo, pero ciertos ingredientes esenciales se mantienen intactos: las frutas.
Aunque su origen se remonta a la India, con una bebida llamada pañc que incluía cinco ingredientes básicos —alcohol, agua, azúcar, limón y té—, el ponche llegó a México gracias a la influencia europea y se adaptó a los sabores locales, mezclando ingredientes prehispánicos con otros traídos de distintos continentes.
Actualmente, la receta mexicana se consume principalmente entre noviembre y enero, coincidiendo con la cosecha de sus frutas de temporada. Entre las frutas que no pueden faltar están: tejocotes, caña de azúcar en trozos, manzanas, guayabas, piña y ciruela pasa. Además, se suele agregar naranja o lima para dar un toque ácido y refrescante.
En distintas regiones del país se incorporan otros ingredientes como tamarindo, manzanilla, anís y flor de jamaica para intensificar el sabor. Por ejemplo, en Colima se prepara con tamarindo, guayaba y piña hervidos en agua con azúcar, mientras que algunas versiones incluyen alcohol, como ron, aguardiente o brandy, recordando la esencia original de la bebida india.
Más allá de su sabor dulce y reconfortante, el ponche aporta nutrientes importantes gracias a sus frutas, como vitamina C y fibra, convirtiéndolo en una bebida deliciosa y beneficiosa si se consume con moderación. Prepararlo con ingredientes frescos y respetando las proporciones tradicionales es la clave para disfrutar de un verdadero ponche navideño.