Tras terminar tercero en el Gran Premio de Abu Dabi, Lando Norris se consagró campeón mundial de la Formula 1, imponiéndose por apenas 2 puntos sobre Max Verstappen, a pesar de que éste ganó la carrera.
Su título no fue resultado de una carrera espectacular, sino de constancia, madurez y estrategia inteligente: combinó velocidad con regularidad durante toda la temporada, aprendiendo de errores iniciales, corrigiendo fallos y manteniendo la calma incluso bajo presión.
En varios Grandes Premios, la consistencia de Norris fue clave: aunque a mitad de temporada su compañero Oscar Piastri tomara la delantera, Norris logró revertir la situación con una cadena de buenas actuaciones incluyendo victorias en Mónaco, Austria, Gran Bretaña y Hungría — y remató con triunfo en ciudades clave como Ciudad de México y São Paulo, lo que le dio el liderato por primera vez desde abril.
El momento decisivo llegó en Abu Dabi: sabía exactamente lo que necesitaba un podio y no buscó riesgos innecesarios. Con frialdad y disciplina, gestionó cada vuelta, resistió la presión de rivales como Verstappen y un ataque de Yuki Tsunoda, aprovechó una sanción a Tsunoda, y cruzó la meta en el tercer lugar que bastaba para coronarse.
Así, a siete años de haber llegado al equipo McLaren como joven promesa, Norris silenció a sus críticos, demostró crecimiento constante y dedicación, y se convirtió en campeón mundial, dando a McLaren su primer título de pilotos desde 2008.


















