El bicarbonato de sodio se ha convertido en un aliado versátil en muchos hogares, ya sea para la limpieza o por sus posibles efectos en la salud. Recientemente, su consumo en ayunas ha ganado popularidad entre quienes buscan mejorar la digestión y equilibrar el organismo.
Este compuesto químico, según la Clínica Universidad de Navarra, actúa como antiácido y regulador del pH, ayudando a neutralizar la acidez en el estómago y manteniendo el equilibrio ácido-base en la sangre y tejidos. Su capacidad para liberar dióxido de carbono al combinarse con ácidos lo convierte en un neutralizador natural muy efectivo.
Una de las principales razones por las que se consume en ayunas es su efecto potencial para aliviar la acidez matutina y el reflujo. La preparación más común consiste en disolver 1/4 de cucharadita de bicarbonato en un vaso de agua, siempre respetando la cantidad recomendada. Especialistas recomiendan evitar tomarlo dentro de las dos horas posteriores a la ingesta de medicamentos, ya que podría afectar su absorción.
Además de su uso digestivo, el bicarbonato se puede incorporar a la higiene bucal. Cepillarse con pasta dental que lo contenga ayuda a prevenir la caries y a mantener las encías saludables, aunque debe hacerse con moderación y siguiendo las indicaciones de un odontólogo.
A pesar de sus beneficios, es fundamental usarlo con responsabilidad. El consumo excesivo puede provocar retención de líquidos, incrementar la presión arterial y alterar el equilibrio del pH en el organismo. También se recomienda no administrarlo a menores de 12 años sin supervisión médica, ya que puede generar sed excesiva, gases o molestias estomacales.
El bicarbonato puede ser un aliado interesante en la rutina matutina, siempre y cuando se respeten las dosis adecuadas y se consulte a un especialista para evitar riesgos innecesarios. La clave está en un consumo moderado y consciente, que priorice la seguridad y el bienestar personal.



















