En Michoacán, la cena de Navidad es mucho más que un momento para comer: es una celebración de identidad, memoria y tradición. La mesa de Nochebuena suele llenarse de platillos que han pasado de generación en generación y que reflejan la diversidad gastronómica del estado.
Entre los más comunes destaca el pozole, rojo o verde, preparado con maíz cacahuazintle y carne de cerdo o pollo, acompañado de rábanos, lechuga, cebolla y tostadas. Es uno de los favoritos por su sabor reconfortante y por rendir para compartir con toda la familia.
Otro platillo que se ha consolidado como tradición es el bacalao a la vizcaína, una herencia de la cocina española que se adoptó en muchos hogares michoacanos. Su preparación con jitomate, papas, aceitunas y alcaparras lo convierte en un clásico de la temporada decembrina.
Los tamales tampoco pueden faltar. En Michoacán se elaboran en hoja de maíz y de plátano, con rellenos que van desde pollo en salsa roja o verde, hasta mole, rajas con queso y versiones dulces. Suelen acompañarse con atole, champurrado o charanda, bebida típica del estado.
Además, en distintas regiones se incluyen otros platillos tradicionales como:
- Corundas, tamales triangulares de masa suave, servidos con crema, queso y salsa.
- Churipo, caldo rojo de carne de res con verduras, típico de la región purépecha, ideal para las noches frías.
- Carnitas, especialmente en reuniones grandes, acompañadas de tortillas, salsa y guacamole.
- Enchiladas michoacanas, rellenas de queso o pollo y bañadas en salsa roja.
- Sopa tarasca, elaborada con frijol, chile pasilla y tortilla frita, presente en algunas mesas como entrada.
En el apartado de postres y antojitos destacan los buñuelos, las capirotadas, los chongos zamoranos y los ate con queso, sabores que cierran la velada navideña.
Cada platillo representa una historia familiar y regional, y juntos conforman una cena que refleja el orgullo gastronómico de Michoacán, donde la Navidad se celebra con sazón, unión y tradición.



















