Francisco Reyna Díaz, originario de Michoacán y de 58 años de edad, decidió emprender el camino hacia Estados Unidos con la esperanza de trabajar y apoyar a su familia. Sin embargo, tras casi dos meses de trayecto, regresó con la convicción de que el llamado “sueño americano” ya no existe.
Reyna pagó 500 dólares a personas que le prometieron cruzarlo por la frontera de Piedras Negras, Coahuila, pero fue abandonado junto con otros migrantes tras cruzar el río. Al verse perseguido por autoridades migratorias, decidió regresar para evitar la deportación. “Todo se volvió nada de repente”, relata.
Durante su retorno, recibió apoyo de ciudadanos en Coahuila y continuó su camino en tren hasta llegar a Gómez Palacio, Durango, donde fue despojado de sus pocas pertenencias mientras descansaba en la antigua estación. Ante la situación, solicitó ayuda a autoridades municipales.
La Dirección de Protección Civil y el DIF le brindaron alojamiento, alimentos y apoyo para continuar su traslado hacia Guadalajara, donde planea trabajar antes de regresar con su familia en Michoacán. Reyna reconoció la solidaridad recibida y aprovechó para lanzar una advertencia a quienes consideran migrar de forma irregular: “Se sufre mucho; hay engaños y mucha maldad en el camino. El sueño ya no vale la pena”.




















