Redacción/Grupo Marmor
Cada 6 de enero, la Rosca de Reyes ocupa el centro de la mesa en miles de hogares mexicanos. Más allá de ser un pan tradicional, esta costumbre encierra un profundo simbolismo religioso y cultural que se ha transmitido de generación en generación.
La forma circular de la rosca representa el amor infinito de Dios y la unidad familiar que se fortalece al compartirla. Al no tener principio ni fin, simboliza también la fraternidad y el compromiso de convivencia entre quienes la parten.
Las frutas cristalizadas que la decoran evocan las joyas de las coronas de los Reyes Magos, recordando el largo camino que Melchor, Gaspar y Baltasar recorrieron guiados por la estrella para encontrar al niño Jesús.
Dentro de la rosca se esconden pequeñas figuras del Niño Dios, las cuales representan el momento en que María y José tuvieron que ocultarlo para protegerlo del rey Herodes. Quien encuentra una de estas figuras adquiere un compromiso simbólico: cuidar al Niño y compartir alimentos con familiares y amigos durante el Día de la Candelaria, el 2 de febrero.
La rosca como símbolo de comunidad
Tradicionalmente, la rosca se partía en reuniones familiares o vecinales donde lo importante no era quién encontraba al Niño, sino el acuerdo colectivo de volver a reunirse semanas después. Esta práctica fortalecía los lazos sociales y fomentaba la convivencia comunitaria.
Del Niño escondido al Niño vestido
En muchos hogares mexicanos, la tradición va más allá de los tamales. Quien encuentra al Niño también se encarga de vestir al Niño Dios con trajes especiales que representan oficios, etapas de la vida o advocaciones religiosas, reflejando la devoción y creatividad popular.
¿Por qué ahora se esconden varios Niños?
Con el paso del tiempo, la tradición se adaptó. Si antes se colocaba una sola figura, hoy se esconden varias para que más personas participen y la celebración sea más alegre y compartida.
Una herencia que cruzó el océano
La Rosca de Reyes llegó a México desde Europa, particularmente de España y Francia. Con el tiempo, se fusionó con ingredientes y sabores locales, dando origen a la versión dulce y colorida que hoy distingue a la gastronomía mexicana.
El lazo con la Candelaria
El compromiso del 2 de febrero simboliza la presentación del Niño Jesús en el templo. Compartir tamales representa gratitud, abundancia y el cierre del ciclo iniciado con la celebración de los Reyes Magos.
Aunque hoy existen versiones saludables, rellenas o reinterpretadas de la rosca, el sentido permanece intacto: reunirse, compartir y mantener vivas las tradiciones que fortalecen la identidad cultural y espiritual.



















