Por primera vez en sus 200 años de historia como república, una mujer tomó las riendas de Honduras este jueves.
Y lo hizo, además, con un partido de izquierda y una agenda medianamente progresista en una nación profundamente conservadora.
Llegó el día para Xiomara Castro: la ex primera dama asumió el gobierno tras una arrolladora victoria en las elecciones de noviembre.
“La presidencia de la república nunca ha sido asumida por una mujer en Honduras. Han tenido que pasar 200 años desde que se proclamó nuestra independencia. Estamos rompiendo cadenas, estamos rompiendo tradiciones”, dijo durante su discurso inaugural.
Pero lo que parecía en meses pasados que sería una jornada para el recuerdo en la región se ha visto empañado por sucesos recientes que han hecho al gobierno de Castro entrar en crisis antes de tomar el poder.
Una fracción de su propio partido decidió la pasada semana separarse de la posición oficial y nombraron a un presidente del Congreso que no era el que previamente habían acordado con la presidenta.
Y es que en la carrera hacia los comicios, el Partido Libertad y Refundación (Libre), de Castro, y el Partido Salvador de Honduras (PSH), de Salvador Nasralla, hicieron un pacto que establecía que este último no se presentaría como candidato a presidente si Libre le garantizaba a él la vicepresidencia y la posibilidad de elegir la directiva de la junta del Congreso.
Para ese puesto, habían acordado previamente la designación del diputado Luis Redondo, del PSH.
Sin embargo, como resultado de una división interna dentro de Libre, 20 diputados rompieron el pacto y eligieron a Jorge Cálix, de Libre, como líder del Congreso.
La sede del legislativo fue escenario entonces de golpes, gritos y discusiones que llevaron a que se realizaran dos sesiones de juramentación y a que existieran dos congresos paralelos a pocos días de la toma de posesión.