Monserrat Hernández/Grupo Marmor
Sin duda el pan de muerto es uno de los protagonistas para la celebración de Día de Muertos, sobre todo en los días 1 y 2 de noviembre, y, de acuerdo a historiadores, dicho pan tiene su origen en las culturas prehispánicas.
Los pueblos prehispánicos preparaban panes de diversas formas, pero para la celebración dedicada a los muertos había uno hecho a base de pan tostado de amaranto y maíz seco llamado papalotlaxcalli, un vocablo náhuatl que significa “pan de mariposa”.
Sin embargo, el pan de muerto que conocemos hoy es un reflejo de la fusión entre dos mundos, el prehispánico y el español; entre la alegría de los pueblos mexicanos por festejar la muerte y el tradicional uso del trigo en el mundo católico europeo.
La forma circular que tiene el famoso pan alude al ciclo de la vida y la muerte. En el centro, el pequeño círculo representa el cráneo, por otro lado, las cuatro canelillas simbolizan los huesos, así como las lágrimas derramadas por los que ya no están.
No obstante, el significado del pan no se limita a su forma y elementos, sino que su sabor también tiene que ver, ya que se cree que el sabor a azahar representa la entrada al inframundo, aunque también se puede asociar con la flor de cempasúchil.
En México, donde hay mayor tradición y consumo del pan de muerto es en el centro y el sur, siendo Oaxaca el estado con más variedad de formas, desde flores y corazones, hasta animales como caballos, burros, conejos, tortugas y cocodrilos, así como el pan con figuras humanas.