Mafer Arévalo/ Grupo Marmor
Cuántas veces no se ha escuchado de los mexicanos en el resto del país “¿Por qué le pones queso a la fruta?” Y es que en Morelia es una de las costumbres con mayor arraigo ponerle queso a la fruta picada que en resumen estructura el famoso “gaspacho” una de las delicias con historia en la capital michoacana y que en cuanto los turistas que se animan a probarlo admiten que no es una idea tan loca ponerle queso a la fruta picada.
El gaspacho tiene su origen evolucionado en la ciudad de Morelia y todo comenzó con un platillo español llamado “gazpacho andaluz” que consistía en una sopa fría hecha a base de jitomate, aceite de oliva, pepino, cebolla, vinagre, ajo y agua. Con esta estructura es que nace el concepto del gaspacho moreliano, pero modificando su contenido para hacer uso de las frutas que la región produce, originalmente se elabora con jícama, mango y piña, pero algunas personas piden la incorporación de sandía.
¿Pero qué verdaderamente llevó a la creación de este? Su nacimiento es una verdadera curiosidad, ya que su existencia se dio en el año de 1976 después de que su creador quien fue José Alfredo Ferrer Ortiz, buscase un alivio a su cruda, mezclando jícama, queso, cebolla morada, vinagre y chile verde, él tenía un puesto de fruta en el Bosque Cuauhtémoc fue así que se extendió el gusto por los gaspachos.
Su familia continúa con la tradición en el mismo sitio con su hijo Luis Ferrer quien atiende el negocio.