Redacción // Grupo Marmor
Estas representaciones teatrales, que narran el viaje de los pastores para adorar al niño Jesús en Belén, se han convertido en un símbolo de la Navidad y una de las formas más divertidas y educativas de vivir esta festividad.
Las primeras pastorelas surgieron en México en el siglo XVI, poco después de la llegada de los españoles y la evangelización de los pueblos indígenas. La tradición tiene sus raíces en las “autos sacramentales” y representaciones religiosas que se realizaban en Europa durante la Edad Media y el Renacimiento. Los misioneros españoles adaptaron estas representaciones al contexto local, combinando elementos de la religión católica con tradiciones y costumbres indígenas.
Dentro de las pastorelas se encuentran las representaciones religiosas medievales, pero en América Latina se adquirieron una identidad propia, fusionando la tradición católica con influencias culturales locales. En estas imágenes, los pastores siguen la orientación de los ángeles hacia el cielo, mientras los diablos tratan de obstaculizar su camino con humor y travesuras.
A lo largo de la obra, el público puede experimentar vivencias cómicas, bailes y canciones tradicionales, todo mientras se transmite un mensaje profundo de fe, solidaridad y esperanza. A pesar de que los diablos tratan de evitar obstáculos, la vivencia siempre comienza con la presencia triunfante de los pastores al nacimiento de Jesús, lo cual refuerza los valores cristianos de la humildad, el amor y la unidad.
Las pastorelas no solo son una forma de rendir homenaje a la Navidad, sino también una oportunidad para unir a las familias y comunidades. Se trata de una costumbre que se celebra en diversas localidades, tales como iglesias, teatros y plazas, donde los actores y el público se convierten en parte de esta festividad.
De acuerdo con la tradición, estas representaciones recuerdan la importancia de la fe, la unidad y los valores, elementos significativos durante la época navideña.