Ulises Diaz || Grupo Marmor
En una escena sin precedentes, miles de manifestantes salieron a las calles de Los Ángeles este fin de semana para protestar contra las redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), en un ambiente marcado por una fuerte presencia de banderas mexicanas, muchas veces superando en número a los uniformados presentes.
Las protestas, que congregaron a más de 2,000 personas en el centro de la ciudad, paralizaron la autopista 101 y derivaron en disturbios, enfrentamientos con la policía, actos de vandalismo y la quema de vehículos autónomos. Al menos 27 personas fueron arrestadas y varios agentes resultaron heridos durante los enfrentamientos.
Una imagen que se viralizó rápidamente en redes sociales muestra a un manifestante ondeando una bandera mexicana sobre un auto policial en llamas, lo que ha desatado un debate sobre el simbolismo del acto en un contexto de tensiones migratorias y raciales. Para muchos, la bandera representa orgullo, resistencia y una respuesta directa a lo que consideran políticas migratorias opresivas.
En respuesta a la situación, el presidente Donald Trump ordenó el despliegue de 2,000 efectivos de la Guardia Nacional, la primera intervención federal de este tipo en más de 60 años en la ciudad. Esta medida fue criticada por el gobernador Gavin Newsom, quien la calificó de innecesaria y provocadora.
Desde México, la presidenta Claudia Sheinbaum pidió calma a la comunidad mexicana en Estados Unidos y condenó los actos de violencia. Asimismo, confirmó que al menos 42 mexicanos fueron detenidos en las manifestaciones, con cuatro deportaciones registradas hasta el momento.
La tensión en Los Ángeles refleja la creciente polarización en torno a la migración y el papel de las comunidades latinas en el panorama político y social estadounidense. Mientras las protestas continúan, las calles de la ciudad parecen hablar en otro idioma: el de la bandera tricolor que ondea como símbolo de identidad y resistencia.
