Cada 24 de junio, el mundo rinde tributo a un pilar esencial en la atención prehospitalaria: el personal paramédico. Esta fecha, que conmemora la Batalla de Solferino en 1859, donde Henri Dunant y voluntarios sentaron las bases de la asistencia humanitaria, destaca la invaluable función de hombres y mujeres dedicados a salvaguardar vidas en situaciones críticas.
Los paramédicos y paramédicas son profesionales altamente capacitados para actuar con rapidez y precisión, brindando primeros auxilios y atención médica de emergencia en escenarios tan diversos como accidentes, actos de violencia, enfermedades repentinas o desastres naturales. Su principal objetivo es estabilizar al paciente y asegurar su supervivencia durante el traslado a centros hospitalarios, utilizando equipos vitales como oxígeno, ventiladores y desfibriladores, además de realizar curaciones y vendajes.
Más allá de las emergencias, estos especialistas también se encargan del traslado no urgente de pacientes entre instituciones médicas, ya sea por vía terrestre, aérea o marítima. Es una labor que exige una gran fortaleza física y emocional, por lo que su formación incluye apoyo psicológico para manejar el estrés inherente a su profesión.
La pandemia de COVID-19 puso de manifiesto, una vez más, su heroísmo y dedicación inquebrantable, siendo fundamentales en el traslado seguro de pacientes contagiados a hospitales. En este Día Internacional del Paramédico y la Paramédica, extendemos un profundo agradecimiento por su incansable compromiso en la protección de la vida.