Colores que hablan: el lenguaje del Día de Muertos

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En México, el Día de Muertos es una celebración que trasciende lo material y se convierte en un homenaje profundo a la vida y la memoria de los que ya no están. Uno de los elementos más significativos de esta tradición son los colores de las ofrendas y altares, donde el amarillo y el naranja tienen un significado especial.

El amarillo, presente en los cempasúchiles, simboliza la vida, la luz y la guía espiritual. Sus pétalos vibrantes iluminan el camino de regreso al mundo de los vivos, invitando a las almas a reunirse con sus familias durante estos días. Por otro lado, el naranja representa la muerte y la energía del fuego, recordándonos que la vida y la muerte son parte de un mismo ciclo, y que la memoria de los difuntos sigue viva en cada gesto de cariño, en cada ofrenda y en cada vela encendida.

Cada elemento en un altar —desde las flores hasta los colores— tiene un propósito poético y simbólico. La combinación del amarillo y el naranja no solo crea un espectáculo visual, sino que también conecta generaciones, transmitiendo valores, historias y tradiciones que se mantienen vivas a través del tiempo. En esencia, estos colores son un puente entre el mundo de los vivos y el de los muertos, recordándonos que la celebración es tanto de la memoria como de la continuidad de la vida.