La Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) anunció que, ante el cierre prolongado del Gobierno federal de Estados Unidos, se implementará una reducción gradual de vuelos nacionales de hasta un 10 % en 40 aeropuertos de alta demanda. La medida, que inicia este viernes 7 de noviembre, busca garantizar la seguridad aérea ante la escasez de personal operativo.
El cierre del Gobierno estadounidense, que comenzó el 1 de octubre y ha superado ya las cinco semanas sin acuerdo político, ha provocado una fuerte afectación en distintos sectores del país, especialmente en la aviación comercial. Miles de empleados de la FAA y de la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA) continúan laborando sin recibir salario, lo que ha derivado en ausentismo y sobrecarga de trabajo.
Ante esta situación, la FAA informó que reducirá inicialmente un 4 % de los vuelos domésticos y que la cifra aumentará hasta un 10 % a partir del 14 de noviembre si el cierre continúa. La medida afectará principalmente a los aeropuertos con mayor tráfico aéreo, como los de Nueva York, Chicago, Los Ángeles, Atlanta, Dallas y Denver.
Autoridades federales señalaron que la decisión se tomó para prevenir incidentes derivados del cansancio y la falta de personal entre los controladores aéreos. El secretario de Transporte, Sean Duffy, advirtió que el sistema se encuentra “en una situación límite” debido al estrés laboral y financiero de miles de trabajadores esenciales.
Fuentes del sector estiman que la reducción podría implicar la cancelación diaria de entre 1 500 y 1 800 vuelos, lo que representaría una pérdida temporal de cerca de 270 000 asientos disponibles en rutas domésticas. Las aerolíneas han sido instruidas para notificar a los pasajeros con antelación, ofrecer cambios de itinerario sin costo o realizar reembolsos en los casos necesarios.
La Asociación de Pilotos de Aerolíneas de Estados Unidos advirtió que la crisis actual agrava un problema que ya existía desde hace años: la falta de controladores aéreos certificados. De acuerdo con estimaciones recientes, el país enfrenta un déficit de más de tres mil especialistas en control de tráfico aéreo, y el cierre del Gobierno ha detenido los procesos de formación y certificación de nuevos aspirantes.
En varios aeropuertos, los pasajeros ya experimentan largas filas, cancelaciones y retrasos significativos. Los expertos recomiendan verificar el estado de los vuelos antes de acudir al aeropuerto, evitar conexiones ajustadas y considerar rutas alternativas hasta que se restablezcan las operaciones normales.
Con la reducción operativa en marcha y sin señales de un acuerdo político cercano, el sistema aéreo estadounidense enfrenta una de sus mayores pruebas en la última década. Si el cierre del Gobierno se prolonga, la FAA podría extender los recortes o ampliar la lista de aeropuertos afectados, prolongando la incertidumbre para millones de viajeros.



















