México vuelve a brillar en el escenario internacional con la coronación de Fátima Bosch como Miss Universo 2025, un triunfo que suma la cuarta corona para el país y que reafirma la presencia de reinas mexicanas dentro de uno de los certámenes más importantes del mundo. Su victoria, anunciada anoche en Bangkok, no solo representa un logro histórico, sino también un momento simbólico después de semanas de polémica, apoyo internacional y un fuerte mensaje de empoderamiento.
La primera mexicana que abrió el camino fue Lupita Jones en 1991, quien se coronó en Las Vegas y marcó un parteaguas para la representación de México en concursos de belleza. Su triunfo impulsó la creación de una estructura de preparación nacional y consolidó su carrera como una de las figuras más influyentes del medio. Con ella, México demostró que tenía el nivel para competir en certámenes internacionales, elevando la calidad de las futuras representantes.
Años después, en 2010, Ximena Navarrete devolvió la gloria al país, también desde Las Vegas, convirtiéndose en la segunda mexicana en recibir la corona. Su reinado destacó por el impacto mediático, las giras internacionales y su presencia como embajadora en más de 30 países. Navarrete se convirtió en un referente de elegancia y profesionalismo, y su participación elevó nuevamente el perfil de México dentro del concurso.
La tercera corona llegó con Andrea Meza, quien se convirtió en Miss Universo 2020, aunque la coronación se realizó en mayo de 2021 debido a la pandemia. Ingeniera en software, activista y creadora de contenido, Meza representó a una generación más diversa y preparada. Su reinado fue uno de los más cortos en la historia del certamen, pero también uno de los más mediáticos. Tras entregar la corona, continuó desarrollando proyectos enfocados en inclusión, tecnología y medios de comunicación.
Finalmente, México celebra la cuarta victoria con Fátima Bosch, Miss Universo 2025, originaria de Teapa, Tabasco. Con formación en diseño de moda y estudios internacionales en Milán, Bosch destacó desde antes del certamen por su autenticidad, su activismo y su estilo único. Su participación estuvo marcada por un momento polémico cuando un directivo del concurso la insultó públicamente, lo que generó solidaridad global y un fuerte apoyo hacia ella. Su triunfo, por lo tanto, se sintió como una reivindicación personal y colectiva. En su mensaje final, Fátima habló sobre la importancia de usar la voz, abrazar la diversidad y convertirse en inspiración para niñas y jóvenes latinoamericanas. La reacción en México fue inmediata, especialmente en Tabasco, donde miles de personas celebraron su coronación como un orgullo para la región.
