La cumbre del Mercosur celebrada en Foz de Iguazú, Brasil, puso de manifiesto fuertes diferencias entre los países miembros sobre cómo abordar temas clave de la región, especialmente la situación en Venezuela y la necesidad de mayor flexibilidad comercial en el bloque.
Uno de los ejes de discusión fue la crisis venezolana. El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva advirtió que una intervención militar extranjera en Venezuela podría desencadenar una “catástrofe humanitaria” y criticó la presión de potencias externas en asuntos internos de la región. En contraste, el presidente argentino Javier Milei respaldó las acciones de Estados Unidos contra el régimen de Nicolás Maduro y pidió una condena explícita al gobierno venezolano por violaciones a los derechos humanos.
Otro de los temas que dominó el encuentro fue la discusión sobre la rigidez del Mercosur en materia comercial. Milei y otros líderes reclamaron una mayor flexibilización en los acuerdos internos, con el objetivo de facilitar el comercio y aumentar la competitividad regional, señalando que el bloque no ha cumplido sus objetivos fundacionales de integración económica.
La cumbre también abordó la prolongada negociación de un acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, cuya firma fue pospuesta nuevamente por la falta de consenso entre los países europeos. Esta situación reforzó los reclamos de varios mandatarios para diversificar alianzas comerciales y flexibilizar las reglas del bloque ante un entorno global cambiante.
El desarrollo de la reunión expuso no solo las tensiones internas del Mercosur, sino también los desafíos que enfrenta la región para encontrar posiciones comunes en asuntos políticos y económicos de gran impacto.





























