Redacción / Grupo Marmor
Rusia acusó este lunes a Ucrania de lanzar un ataque masivo con drones contra una de las residencias del presidente Vladímir Putin, en la región de Nóvgorod. Según el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, fueron enviados 91 vehículos aéreos no tripulados de largo alcance, los cuales, aseguró, fueron interceptados y destruidos por las defensas antiaéreas rusas sin causar víctimas ni daños materiales. Las autoridades calificaron el hecho como un acto de “terrorismo de Estado” y una provocación grave en medio de las negociaciones en curso.
El gobierno de Moscú enfatizó que este presunto ataque ocurrió en un momento en que se realizan intensas conversaciones diplomáticas con Estados Unidos y otros mediadores, destinadas a encontrar una salida al conflicto entre Rusia y Ucrania. Lavrov advirtió que, aunque Rusia no abandonará el proceso de negociación, revisará su postura negociadora y que ya se han identificado objetivos y tiempos para posibles acciones de represalia militar.
Por su parte, Ucrania negó rotundamente las acusaciones, calificándolas de infundadas. El presidente Volodímir Zelenskiy y otros funcionarios ucranianos sostuvieron que no ordenaron ni participaron en ningún ataque dirigido a Putin o residencias vinculadas al mandatario. Además, sugirieron que Rusia podría estar utilizando estas afirmaciones como pretexto para justificar futuros ataques a objetivos ucranianos, incluida infraestructura gubernamental en Kiev.
El suceso se produce en un contexto de alta tensión, con continuos enfrentamientos entre ambas naciones desde la invasión rusa a Ucrania iniciada en 2022. A pesar de los esfuerzos diplomáticos y los planes de paz discutidos con mediación internacional, la guerra sigue sin resolverse, y episodios como este podrían tensar aún más las relaciones y complicar las negociaciones de cese al fuego en curso.



























