Más de 10,000 ciudadanos polacos salieron a las calles de Toruń para manifestarse con fuerza tras el brutal asesinato de una joven a manos de un inmigrante venezolano ilegal de 19 años. Según los reportes, el agresor intentó violarla y, para evitar ser identificado, la apuñaló en los ojos, dejándola ciega antes de acabar con su vida. Este acto atroz ha generado una profunda indignación y alarma social en todo el país.
La tensión se intensifica aún más luego de que, apenas unas horas después, un hombre polaco de 41 años fuera asesinado en un incidente relacionado con un migrante colombiano. Estos sucesos violentos han vuelto a poner el tema migratorio en el centro del debate nacional.
En respuesta, miles de ciudadanos han organizado patrullajes espontáneos en la frontera con Alemania, buscando detener la entrada de migrantes ilegales y exigir a las autoridades mayor control y seguridad. La crisis migratoria se ha convertido en una prioridad para Polonia, donde la preocupación pública crece ante la percepción de que la inmigración descontrolada puede afectar la seguridad y estabilidad del país.
Este escenario plantea un desafío urgente para el gobierno polaco, que debe equilibrar la gestión humanitaria con la seguridad de sus habitantes, mientras se intensifica el debate sobre políticas migratorias y fronterizas en toda Europa.