El gobierno de Donald Trump ha reforzado su estrategia contra el narcotráfico con una ofensiva marítima que ya suma 15 ataques a narcolanchas y al menos 62 personas muertas, en operaciones ejecutadas en el Caribe y el Pacífico oriental.
La campaña forma parte de la nueva “guerra contra el narcoterrorismo”, lanzada tras la orden ejecutiva firmada en enero de 2025 que permite designar a los cárteles de la droga como organizaciones terroristas extranjeras. Esta medida abrió la puerta a intervenciones militares directas fuera del territorio estadounidense.
Desde agosto, la Marina y el Pentágono desplegaron destructores, buques de guerra, infantes de marina y cazas F-35 en zonas estratégicas, con el objetivo de interceptar embarcaciones sospechosas de transportar drogas o armas. El primer ataque se registró el 1 de septiembre contra una lancha vinculada al Tren de Aragua, con un saldo de 11 muertos.
Durante septiembre y octubre se intensificaron las acciones: el 14 de octubre un ataque dejó seis fallecidos, y el 27 de octubre una operación simultánea en el Pacífico hundió cuatro embarcaciones y causó 14 muertes. El operativo más reciente, el 29 de octubre, elevó la cifra total a más de 60 víctimas mortales.
Aunque Washington defiende estas operaciones como un esfuerzo legítimo para debilitar a los cárteles, organizaciones internacionales y gobiernos latinoamericanos han expresado preocupación por su ejecución en aguas internacionales y la falta de transparencia sobre los procedimientos y víctimas.
La ofensiva marca un endurecimiento de la política antidrogas de Estados Unidos, combinando acciones militares, sanciones financieras y reformas legales. Sin embargo, analistas advierten que la estrategia podría agravar las tensiones diplomáticas y generar una nueva ola de violencia en las rutas del narcotráfico marítimo.





























