Redacción | Grupo Marmor
Un proyecto multimillonario y el legado olímpico permiten a locales y turistas refrescarse en el corazón de la capital francesa, marcando un hito desde 1923.
Después de décadas de espera, el icónico río Sena en París ha sido reabierto oficialmente para el disfrute de bañistas, un evento que no se veía desde 1923. Este sábado marcó el día en que residentes y visitantes pudieron sumergirse en sus aguas, casi un año después de que lo hicieran los atletas durante los Juegos Olímpicos.
La transformación no fue menor. El Gobierno francés invirtió más de 1.400 millones de euros en un ambicioso plan para mejorar drásticamente la calidad del agua río arriba, implementando obras de captación de aguas residuales para evitar su vertido en el Sena. Sin embargo, un desafío persiste: cuando las aguas pluviales y residuales se mezclan por lluvias intensas, la única opción es que todo desemboque en el río, una situación que ya causó retrasos en eventos olímpicos el año pasado debido a la calidad del agua.
A pesar de este reto, la expectación era palpable. Decenas de personas aguardaban ansiosamente antes de las 8:00 de la mañana para acceder a una de las tres zonas habilitadas para el baño. Estas áreas, diseñadas como piscinas flotantes, están equipadas con pontones, escaleras, duchas y vestuarios, ofreciendo un espacio de ocio gratuito y muy necesario, especialmente tras una reciente ola de calor que elevó las temperaturas parisinas cerca de los 40°C.
Esta iniciativa, que se extiende hasta el 31 de agosto (si el clima lo permite), no es solo un legado de los Juegos Olímpicos, sino también una estrategia vital de adaptación al cambio climático en una ciudad que experimenta veranos cada vez más calurosos. El acceso será gratuito, aunque estará sujeto a un aforo estricto que oscila entre 150 y 700 personas por zona, garantizando una experiencia segura y controlada para todos.